9 de marzo de 2011

Melodias Racionales

Cuando empecé a escribir esta entrada, más de un mes, no me di cuenta que en el trasfondo de la misma radica una cuestión y un debate no cerrado a cerca de la música contemporánea, entendiendo que bajo este género, con nombre tan ambiguo (contemporáneo... ¿respecto a qué?), se sitúa la cuestión que ha podido llevar a que estos compositores se hayan alejado del público general y tan solo una minoría sea la que realmente tiene cierto interés por esta corriente (independientemente de aquellos que por darse de más intelectuales, se acercan a la misma). Esta gran cuestión, es la que se refiere al papel del compositor. Los compositores de vanguardia (contemporáneos, entendiéndolos desde que Schönberg decide alejarse de la tonalidad) optan decididamente por el camino de la investigación, y se llegan a convertir en auténticos alquimistas del sonido, trabajando los timbres, el silencio, el minucioso estudio de la distancia acústica entre las notas, etc. La tecnología con la que contamos, facilita y amplía hasta dimensiones anteriormente insospechadas las posibilidades de experimentación, que son cada vez mayores... pero a su vez, este proceso los aleja de los gustos del público, pues en muchos casos la búsqueda en la que se encuentran, dista bastante de la capacidad de suscitar en los oyentes emociones o sensaciones a las que estamos acostumbrados a encontrarnos en la música. Un ejemplo claro, puede ser el caso de Melodías racionales.


La gran mayoría de los compositores, construyen sus obras conjugando los conocimientos musicales junto a la influencia de la inspiración, los sentimientos y sensaciones que la propia obra transmite; sin embargo, melodías racionales, se basa en la racionalidad, en la lógica, en la aplicación mecánica de una serie de estructuras conforme a unos principios. Su autor Tom Johnson, conjuga en esta obra experimentación (en su concepción), musicalidad, cierta sencillez y especificidad (cada melodía es distinta y autónoma). Según cuenta, cuando compuso esta obra en 1982, "realmente pensé que era simplemente escribir melodías"... en concreto 21, pequeñas piezas que oscilan entre uno y tres minutos, todas diferentes y que pueden ser tocadas por cualquier instrumento, siendo una obra que esta destinada para solistas (aunque también pueden ser interpretadas por ensambles, como es el caso del disco cuya portada ilustra esta entrada) y no es necesaria tocar todas...


Esta obra, como otras del mismo autor, se fundamenta en la atracción de las teorías de matemáticos como Euclides, Pascal o Fermat y la conexión con las notas musicales, y la posibilidad de que éstas pudieran llevar a la creación de obras de música pura. La obra invita en su escucha al analisis (a veces más sencillo, otras no tanto) de las estructuras lógicas sobre las que se asientan. Este enlace de un seminario en el que participó Tom Johnson, revela por el mismo autor, algunas de las claves de sus composiciones. La idea fundamental que desde mi punto de vista prevalece en la obra y que Tom Johnson buscaba en ella, era observar los resultados que determinadas teorías matemáticas, podían provocar en la composición de melodías. No es componer a través de las matemáticas... (¿o tal vez si...!?), ni perderse en la relación intrínseca de las matemáticas y la música, sino adaptar determinadas fórmulas matemáticas al lenguaje musical y escuchar sus resultados.