20 de septiembre de 2009

La guitarra dentro de la electroacústica.

"No hay que intentar entender... solo hay que prestar atención a la actividad de los sonidos" (John Cage)



La aportación de la guitarra dentro de la electroacústica es bastante amplia, es por eso que quiero centrarme en esta entrada en el sonido proveniente de los músico europeos y cuya corriente se denomina EFI (European Free Improvisation). La aportación de los músicos ingleses en esta corriente es bastante importante y muchos de ellos empezaron en el mundo del Jazz y poco a poco fueron eliminando las formas y estructuras para dar mayor importancia a la improvisación, dando a conocer sus aportaciones musicales en lo que se empezó a denominar improvisación libre o música libre, a su vez en Norteamérica se desarrollaba dentro del Jazz una corriente que pasó a denominarse Free Jazz, todo esto estaba sucediendo a finales de los 60 y de sus evoluciones, encuentros y desencuentros se empezó a nutrir las "músicas de vanguardia".

Dos nombres propios dentro de este apartado y con evoluciones e influencias paralelas, aunque ciertamente distanciados en sus sonidos son: Derek Bailey (muchos le consideran como uno de los precursores de esta corriente) y Keith Rowe, el guitarrista con el que hemos comenzado esta entrada. Ambos tuvieron como referentes a guitarristas procedentes del Jazz. Otro rasgo en común, son los puntos de encuentro que mantienen con la obra de John Cage o Anton Webern.; Sin embargo sus sonidos son completamente diferentes.



Mientras que Keith Rowe considera la guitarra como una fuente de sonidos con la cual experimentar, el concepto de Derek Bailey es mucho más ortodoxo dentro de lo que este genero permite. La evolución de Keith Rowe, surge fundamentalmente a través de unas palabras que le comentó su profesor de pintura (arte que también procesa) y en las cuales le manifestaba que cada uno tiene que buscar su propia identidad; la primera estrategia que trazó para conseguir esa identidad fue situar la guitarra en otro plano al normal, perpendicular al instrumentista, a partir de ahí y la necesidad que tuvo de alejarse de sus influencias guitarristicas (Charlie Christian, Berney Kessel, Wes Montgomery, etc) para adentrarse por su propio camino, fueron generando su sonido tan particular. Derek Bailey, como ya hemos dicho es más ortodoxo, (entre sus primeras influencias estaban Django Reinhardt o Charlie Christian) suele emplear la afinación más común en la guitarra, su técnica es estándar, por decirlo de alguna manera; sin embargo la discontinuidad de su sonido, sus armónicos, incluso los sonidos y ataques a veces ásperos otras quebradizos pueden ser elementos que definan su sonido. Desgraciadamente nos abandonó el 25 de diciembre del 2005.


Fred Frith es otro de los nombres propios, el más joven y a diferencia de Keith Rowe o Derek Bailey, proviene de la escena del rock, y es Frank Zappa o Jimmy Hendrix algunas de sus influencias, sin embargo, comparte con ellos la admiración hacia Cage. A su vez es un eslabón que une las dos tendencias que reflejan Rowe y Bailey, considera su instrumento como una fuente de sonidos y experimenta sobre la guitarra con diferentes artilugios (lo que se conoce como guitarra preparada), sin embargo mantiene cierta fidelidad al instrumento, como Bailey. Otros guitarristas muy a tener en cuenta, (aunque estos del otro lado del charco) son Ellioth Sharp o Nels Cline (aunque aborda bastantes géneros, muy polifacético) por citar algunos nombres interesantes que consiguen integrar en la música electroacústica el sonido de la guitarra.

1 de septiembre de 2009

Concertino para Guitarra y Orquesta en La Menor Op. 72


Tengo la ligera impresión, que si se hiciera una encuesta sobre cual es el concierto para guitarra más célebre y que más agrada a la gente, éste sería el Concierto de Aranjuez de Joaquín Rodrigo. Sin embargo, yo me inclino por el Concertino para Guitarra y Orquesta en La menor, de Salvador Bacarisse.

Músico de la Generación del 27 que compartió entre otros con los hermanos Halffter o Mompou, por citar algunos ilustres. Nació en Madrid en 1898 y murió en el exilio, en París en 1963. Es con toda seguridad, junto con otros músicos de su generación, uno de los más tristemente olvidados y menos reconocido. Una de las razones: formar parte del bando perdedor en la contienda que asolo nuestro país de 1936 a 1939, otra también importante, que gran parte de su obra se perdiera en un incendio en su casa durante la guerra civil. Bacarisse luchó contra el conservadurismo musical y ayudo a difundir y a promocionar la música contemporánea, en un primer momento desde la prensa madrileña, posteriormente desde Unión Radio (los orígenes de la Cadena SER) como director artístico y por último (en España) como delegado del gobierno en asuntos musicales durante los últimos suspiros de la II República. Desgraciadamente su creación musical durante la guerra civil y gran parte de su exilio en París se resintió bastante.

Salvador Bacarisse se reconocía como discípulo de Debussy, pero sin embargo la obra a la que hago referencia se sitúa en el movimiento neoromántico, la compuso en 1957. Esta obra se la dedicó a Narciso Yepes, quién la estrenaría en París, junto a Ataulfo Argenta. Yepes y Bacarisse se conocieron en París, y en uno de sus encuentros, éste último no tuvo ningún reparo en reconocer que no sentía ningún tipo de interés por la guitarra, a lo que Yepes le contestó "eso es porque no me ha visto usted tocar", más tarde acudió a uno de sus conciertos... ya conocéis el desenlace. El concertino tiene cuatro movimientos, de los cuales destaca notablemente el segundo movimiento Romanza, con una melodía impecable.





Son bastantes los conciertos para guitarra y orquesta, y de grandes compositores como García Abril, Leo Brouwer o Villa-Lobos, por citar algunos ejemplos. Aún teniéndolos en cuenta, para acabar como hemos comenzado, os propongo una contraposición entre los dos movimientos más importantes de las obras: Concierto de Aranjuez y el Concertino en La menor, y si os animáis comentarme cual preferís. Ambas interpretaciones están realizadas por dos grandes instrumentistas: Jose María Gallardo y Julian Bream.